domingo, 14 de noviembre de 2010

Un beso en la mejila vale más que mil palabras

Me acerqué a la barra en busca de una copa, pero que conste que yo no bebo. Me refiero que no me emborracho, pero un poco alcohol nunca viene mal. Como
dirían mis amigas "para coger el puntillo". Mientras esperaba a que el camarero me trajese un poco de vozka me quedé sumisa en el fondo de pantalla de mi
BlackBerry: mis amigas y yo en Amsterdam. Como echaba de menos Europa, aquel viaje había sido increíble.
-Qué bonita foto- Una voz masculina pero sexy, con un toque de "soy un chico interensate y te voy a dar problemas" me sobresaltó. Cuando me di la vuelta vi a
un hombre (porque sí, aquello no era un chico, era un hombre). Y joder, que bueno estaba. Su camisa color rosa, y eso que yo estoy en contra del rosa en los
hombres, y un pantalón veige. Se supone que a esas fiestas no se llevan deportivas, pero por ser él, se lo iba a permitir.
-Muchas gracias, es en Amsterdam.
-lo sé, estuve ahí el verano pasado. Increíble ¿verdad?, ¿alquilaste alguna bici?
-No.. Solo estuve dos dias. Estaba haciendo un interrail con mis amigas.
-Ah si? No pareces del tipo de chica que se va de interrail..- ¿Qué? ¿Cómo? ¿Qué quería decir con eso? ¿Qué clase de chica soy?- Me refiero a que no te pega
el rollo mochilero.
-Bueno, ¿nunca te han dicho que las cosas no son lo que parecen?
El camarero llegó con mi copa, le di un sorbo y le dije:
-Bueno encantada, pero mis amigos están allí.-Amagué irme, lentamente, para que a él le dise tiempo de decirme algo, pero no lo hizo. Este chaval no paraba
de desconcertarme.
Me senté junto mis amigos, estaban hablando de algo interensante, pero no me acuerdo de qué. Mi amiga Cris, mi mejor amiga Cris, me miro con esa cara de " tú
te acabas de pillar por ese y las dos lo sabemos". Y sí, tenía razón.
Me quedé contemplándolo. Vi cómo pedía algo en la barra, whisky creo. Y se acercó a un grupo de chicas. A una de ellas le dijo algo al oído, inmediatamente
tuve ganas de matarla. "Tú eres tonta -pensé- ni si quiera sabes su nombre y ya estás en plan asesina". Me intenté centrar en la conversación pero no pude.
Me di cuenta de que mi mejor amigo, Jaco, estaba casi tan distrído como yo, y le invite a venir a dar una vuelta, para despejarnos. Salimos a la calle y nos
dirigimos hacia la playa.
He de deciros que Jaco y yo éramos amigos de toda la vida. ël estaba buenísimo, para que negarlo. Y todo el mundo decía que era imposible que pasasemos tanto
tiempo juntos sin follar. Tonterías, os juro que nunca pensé en ello. Jaco era un mujeriego, su fama se expandía por toda Galicia y yo creo que se lo tenía
un poco creído. En mi opinión siempre había estado enamorado de Lucía, otra buena pieza, pero tenía miedo al compromiso. Hombres, yo sigo sin entenderlos.
-Dime que te pasa, que las fiestas te encantan y nunca quieres salir de ellas.-El cabrón me conocía bien.
-¿Quién es el de las deportivas?
-¿Te crees que soy gay o algo? No me fijo en la ropa de los tíos..
-Bueno pues cuando entremos de lo enseño, macho iberico- Siempre lo llamaba así, y a él le encantaba.
-Ahora es cuando me cuentas porqué quieres saber quién es ése.
-Nada, curiosidad...
-Claro, y yo soy tonto. A mi no me la das con queso guapa, que nos conocemos de toda la vida.
-Es mono, sólo eso.
-Bueno... ya empezamos.
-jaja, solo quería compartirlo con alguien. Y Cris está demasiado feliz con su novio.
-Pues entonces mejor entramos, que hace pelete y hay una rubia cachonda que me estaba mirando.
-¿Sí? ¿La del vestido negro?
-La misma
-Es bizca jajajaja
-JA JA JA que graciosilla tú.
-Anda, entremos
-Mejor espero aquí cinco minutitos, que quiero pensar.
-No cambies nunca, eres tan rara que hasta eres adorable.- Y me besó en la frente.
Empecé a recordar Europa, nuestro viaje... Áquel había sido el mejor verano de mi vida, sin lugar a dudas.
-Veo que eres una chica solitaria -Otra vez esa voz, mecachis (en realidad no pensé mecachis, pero ya he dicho suficientes palabrotas por hoy)
-Deberías decirme tu nombre, creo que te voy a denunciar por acoso
-¿Ya? ¿Tan pronto? Normalmente no lo hacen hasta la tercera cita..
-Me indigna que pienses que puedo ser como las demás.
-Tienes razón, diculpa mi indiscrección.
-Y además esto no es una cita
-Te vuelvo a dar la razón, por eso te voy a invitar a tomar algo mañana, como una primera cita.
-Veo que eres rápido ¿eh? Pero aún no me has dicho tu nombre.
-Ignacio Castillo -Y me tendió la mano, lo miré con cara extrañana.Creo que él entendió lo que estaba pensando - Vuelves a tener razón- Me besó la mejilla, y
estoy diciendo besar. No rozó me mejilla contra la suya, sino que me la besó. Olía genial, no sé decirte a que olía, pero era maravilloso. Y sus labios eran
supersueves, y paro mejor, porque voy a convertir esto en un relato erótico.

viernes, 22 de octubre de 2010

Todo acabó el día que lo conocí

Llovía muchísimo. No os podéis ni imaginar lo mucho que odio que llueva, lo poco que me gusta que se me moje el pelo, lo incómodo que me parece ir con un paraguas. Pero había quedado con él, y cuando estoy con él todo me parece maravilloso. Otra cosa que no me gusta nada, él me ha cambiado, llevo siendo igual desde que tengo quice años, pero un día, así por así, llegó él. Él echó abajo todos mis principios, todo lo que odiaba, todo lo que me aburría, él me cambió.
Como iba diciendo, llovía. Me dijo que quedásemos después de clase, para tomar un café y eso, que tenía una sorpresa que darme. Sali de la universidad corriendo y casi me mato en uno de estos charcos traicioneros (otra de las razones por las que amo el sol). Y como siempre, llegué antes que él. Mientras lo esperaba me invadió el recuerdo de la primera vez que nos vimos, de cuando aun no nos conocíamos, de cuando solo pensaba que solo sería una presa más y ni se me pasó por la cabeza la idea de que esta vez yo sería la cazada.
Estábamos en una de esas fiestas que organiza alguien en el verano, de ésas dónde hay mucha gente. Por un lado, sus amigos de la universidad y los madrileños que vienen a veranear a nuestras cosas. Y después nosotros, sus amigos de toda la vida, los que estabamos en la playa 365 días al año. Supuestamente aquel era el verano de mi vida, acababa de cumplir los 18 y me había recorrido Europa con mis amigas. Dejaba un novio en cada capital y sentía que podía comemerme el mundo de un bocado.
Ya estábamos en agosto y yo tenía un bronceado de esos que quitan el ipo, bueno, en realidad lo teníamos todos, pero yo lleva un vestido veige y destacaba más. No sé si a vosotras os pasa, pero cuando te sientes guapa te sientes poderosa, y yo aquella noche me sentía muy poderosa. A él no lo conocía de nada, sabía que era madrileño por su acento, y un amigo me dijo que estudiaba en su misma universidad. Yo me iba a la capital en septiembre, asi que me pareció un buen comienzo.